El pasado viernes el sol entró en Acuario iluminando la casa 12 de mi carta natal. La casa de los sueños, de la inspiración y las aguas profundas del inconsciente. Esa noche tuve varios sueños que me trajeron claridad acerca algunos temas sobre los que estuve reflexionando.
El ‘trabajo’ con los sueños es algo que me apasiona. Hay tantas posibilidades creativas, tanta información valiosa y tanta magia en ese espacio, que siempre que conecto con él, despierto entusiasmada.
Pienso que los sueños son principalmente para quien los sueña y que sólo al soñante le corresponde interpretarlos; los símbolos que el inconsciente encuentra para representar situaciones, emociones y personajes, son únicos para cada persona.
No creo en las interpretaciones tipo: “soñar con serpientes significa traición”. La serpiente puede tener múltiples significados como símbolo. De ahí la cercanía de los sueños con la poesía: la polisemia, las infinitas posibilidades.
También he comprobado que, a veces, los sueños pueden traer mensajes para personas muy cercanas a nosotros; nuestros seres amados, personas con las que hemos conectado en sueños anteriores o que nos solicitan expresamente un mensaje a través de ellos. Intercambiar sueños es una experiencia maravillosa, de la que tal vez hablaré en otro relato; en éste, quiero compartir uno de los sueños que tuve ese viernes, con una lectura personal sobre el mismo.
Soñé que:
Una amiga muy querida está en la sala de su departamento con su hijita de cuatro años. Mi amiga me muestra una receta que un médico le había dado para su hija —con el nombre de un fármaco que yo nunca había escuchado— y me señala las pastillas.
Dice: “Voy a probar esto antes, no pienso dárselo a mi hija sin saber qué es”.
La veo llevarse una pastilla a la boca y permanecer allí un momento con los ojos cerrados. Lugo la escupe y dice: “Esto es Clonazepam. No le daré esto a mi hija”.
Me admiró su actitud y su decisión tajante. No dijo que volvería a preguntarle al médico, ni que iba a averiguar más sobre ese fármaco. Simplemente no.
La escena estaba teñida con esa luz azulada que a veces tienen los sueños. Yo veía todo con gran precisión y lentitud; los gestos de mi amiga, las pastillas blancas, sus manos. Como cuando se está bajo el agua con lentes de natación y las imágenes se distorsionan por el efecto de la luz.
La imagen se fue disolviendo poco a poco hasta que desperté. Repetí el sueño una y otra vez en mi mente, aún con los ojos cerrados, para evitar que la materia líquida, escurridiza y azul de los sueños se me escapara de las manos.
Mi lectura particular de ese sueño, que recién pude traducir en la tarde, fue la siguiente:
Existen personas, individuos que podemos nombrar y que conocemos, y personas sin rostro como la sociedad, las tradiciones, creencias antiguas o normas establecidas que nos dan distintas ‘recetas’ sobre lo que podemos o debemos hacer o lo que creen que es mejor para nosotros.
Me recordó algo que desde hace un tiempo observo en las redes sociales, frases del tipo: “haz esto”, “prueba aquello”, “yo hice esto y me funcionó”, “compra esto más”.
Considero que las redes son un espacio muy valioso para intercambiar nuestras opiniones y experiencias y muchas veces he sentido el impulso de compartir por ese medio aquello que me ha dado resultado, pensando que quizás a alguien más podría serle útil.
Y también creo que el mensaje de mi sueño no se enfocaba tanto en las personas que dan estas recetas o consejos, ya que en él no se veía ni se sabía quién era esta persona. Sólo se suponía que era un médico, alguien que podría entenderse como una figura de autoridad en el campo de salud.
El mensaje era sobre la persona que recibía esta receta, en este caso, mi amiga, que en el sueño soy yo misma, ya que en los sueños suelo ver todo como una metáfora de aspectos internos. Y la receta no iba dirigida a ella sino a su hija pequeña, lo que interpreto como la parte más inocente y vulnerable de nosotros mismos; esa parte que es capaz de creer lo que sus padres o las personas que ama le dicen, porque confía en ellos.
Ella interviene en su papel de madre, una representación de nuestra propia autoridad interna, una figura que nos cuida, nos ama y vela por nuestro bienestar y que, al ser adultos ya no está en un tercero, sino incorporada en nuestra propia psique.
Ella actúa como un filtro, contrastando la información de la receta con su propia experiencia. Prueba lo que le han dado, para ver si es algo que realmente le hará bien, antes de que su parte más sensible lo incorpore.
Me pareció súper interesante la aparición del Clonazepam como símbolo. Recordé que, hace unos años, cuando trabajaba en la industria farmacéutica, revisé el ranking de los medicamentos más vendidos en Bolivia y me sorprendió descubrir que, en ese momento, era el Clonazepam.
No sé si ese dato habrá cambiado desde entonces, pero aquella vez me alertó y me hizo reflexionar acerca de lo que eso dice de nosotros como sociedad.
En mi sueño, entiendo este símbolo como un ‘paliativo, un calmante o algo que nos hace dormir’. Me hizo pensar en que, a veces, he usado los consejos que me dieron como parches; curitas que coloqué sobre una herida y que me hicieron sentir mejor temporalmente, sin sanar, en lo profundo, la raíz. O herramientas que usé para ‘dormirme’, para no ver o no sentir; para calmarme o encubrir el efecto sin solucionar la causa.
Este sueño me recordó que aquello que consumimos, incluso aquello que la mayoría consume —y al decir consumir me refiero especialmente a la información— no es precisamente lo más apropiado para nosotros y, además, no siempre es lo que parece o lo que nos dicen que es.
Finalmente, cada ser es único y son únicos los caminos que transitamos.
Agradezco a cada persona que comparte su forma de pensar, sus vivencias y su sentir porque así podemos contrastar opciones, nutrirnos y crecer.
Y también agradezco profundamente la claridad recibida en este sueño que me recordó que, antes de aceptar algo como verdadero, puedo pasarlo por mi propio tamiz —mi conciencia, mi intuición y mi experiencia— y así elegir si es algo que deseo o no integrar a mi vida.
Eso es lo que llamo libertad.
Interesante tu interés y trabajo con los sueños y tus reflexiones acerca de los fármacos y la alimentación diaria de mensajes e información. Me alegra que el tema te interese. Yo también estoy haciendo mis propias pesquisas por mi cuenta. Me interesaría compartir con vos. Un saludo.
¡Gracias Lorgio! Sii, es un tema fascinante, ya nos reuniremos para conversar, será una alegría compartir y charlar un ratito. Un abrazo 🙌
es verdad que la comprensión de los sueños no pasa, como dices, por símbolos. un símbolo corresponde a un significado preciso para todos. comprender un sueño es sumergirse en lo más profundo de nosotros. nosotros como únicos irrepetibles. un sueño aclara poco sobre una persona si se toma individualmente. hubo un período de mi vida que soñé y luego interpreté los sueños en clave psicoanalítica mientras dormía. Parecía entender mucho sobre mí mismo, ahora no lo sé. cuando dejé de trabajar con personas problemáticas dejé de interpretar mis sueños. vamos a tu sueño, la regla de que cada uno es único también se aplica a los sueños, tanto es así que he llegado a diferentes conclusiones. obviamente mi historia es diferente. solo con el intercambio, de lo que hablamos hoy, es una buena dosis de empatía que se acerca a un entender no entender, que es una operación mental, entender deriva de dos palabras tomar y juntar. un abrazo.
Hola Gian Paolo! recién veo tu mensaje, muchas gracias por compartir tu lectura sobre mi sueño y tu experiencia al observar tus sueños también: Es súper interesante ver cómo cada persona puede ver cosas diferentes respecto a una misma imagen, eso es lo que me parece fascinante de poder compartir parte de lo que somos en el arte. ¡Un abrazo!