Melissa Sauma – Fotos y relatos

La sagrada hora del té

La sagrada hora del té

También la hora del té es sagrada y, si estás vos, es una fiesta.

El contacto del agua caliente con el té negro, el cardamomo y la canela. El vapor que se eleva esparciendo los aromas en la sala. La emoción de las cosas simples. El hojaldre de manzana. La delicadeza con que la cucharilla danza y arremolina la infusión, la intención puesta en cada giro, en cada movimiento.

Todo eso es hondo y preciso, ahora, en mi memoria, como todos los momentos vividos intensamente.

Ahora entiendo que vivir intensamente no es correr de forma frenética, hacer muchas cosas a la vez o viajar de un lugar a otro, de una emoción a otra, todo el tiempo. Es saborear esta taza de té y disolverme en ella. Reconocer en cada esencia, en cada sabor y en cada sensación, lo efímero y lo perpetuo.

Vamos a la terraza, veamos al sol hundirse despacio en la tierra, dejemos que el contacto de su luz con la línea del horizonte, con el contorno de nuestros cuerpos, nos derrita por dentro. Como el calor al azúcar que se disuelve en el agua. Como el viento a los aromas que en el vapor se entremezclan. Riamos.

Hay algo poderoso en observar el atardecer y sentir el sol adentro, en el estómago. En saber que es parte de este cuerpo, que tenemos algo en común: el fuego. Hay algo poderoso también en nuestra risa. Una declaración de vida en esta hora en que todo comienza apagarse mientras otras capas de la existencia se encienden.

Hay algo íntimo, irrepetible y hermoso en esta hora que nos convoca. Hablemos.

Compartamos anécdotas como cuando teníamos nueve y yo te contaba las novelas que leía capítulo a capítulo, o cuando tuvimos trece, y rondábamos los pasajes de un relato para llegar a la médula. En la médula estamos nosotras narrándonos a nosotras mismas, diciendo al viento quiénes somos y quiénes seremos.

Hay algo inmensamente poderoso en cada palabra compartida hoy, en esta hora, librada al viento.

Y todo es tan sutil  y tan compacto —esta escena, estos colores— que quiero guardar este momento y revisitarlo las veces que quiera. Quiero ver, una vez más el sol reflejado en tus ojos, admirar el lienzo en que se dibujan tus gestos, el brillo de tus dientes. Oír la música de tu risa bajar hacia la calle y mezclarse con el ruido de los aviones.

Este instante, vos y yo contándonos la vida, enumerando los sueños que hemos visto sucederse. Descubriendo la magia en cada sorbo de té, en la gradación de los colores de este cielo. Del rojo al naranja al amarillo pálido al melón al rosa al lavanda al violeta al azul océano. Todo en este mismo instante y todo tan nuevo de un instante a otro.

Y nosotros, aquí, tan sólo siendo.

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